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Luisa del Rosario / Las Palmas de Gran Canaria
«No es Artemi [Semidán], pero en El Museo lo seguiremos llamando así, no hemos acostumbrado», señaló ayer el director del centro, Diego López. Y es que, efectivamente, «se ha caído un mito». La momia que algunas fuentes defendían como el cuerpo amortajado del guanarteme canario caído en Arguineguín es diez siglos anterior de lo que se creía.
La entrada de la sala dedicada a la antropología física de los antiguos canarios en El Museo Canario está presidida por la llamada «momia de Arguineguín», un individuo envuelto en más de una docena de capas de piel antes de su enterramiento. Este hecho –que apuntaba a su alta categoría social en la sociedad aborigen– y el que en las radiografías se revelara que tenía varias fracturas compatibles con haber librado una batalla hizo que algunos defendieran la tesis de que se trataba de la momia de Artemi Semidán, guanarteme que acaudilló a los canarios en la victoria militar aborigen que impidió el desembarco europeo en Arguineguín a mediados del siglo XV.
«La momia procede de la colección privada del Conde de la Vega Grande. En el siglo XIX era característico entre cierta parte de la sociedad, tener estas colecciones. Cuando murió donó el material a El Museo Canario, pero sin indicar de donde procedía. Algunos [restos] eran de Guayadeque, otros de Mogán y otros de Arguineguín. No se sabe por qué se dijo que esta momia procedía de Arguineguín.Y, además, presenta una fractura en una tibia, otra en un fémur y una fractura craneal. Se deduce que murió al poco tiempo porque no curaron. Y dado el inmenso numero de capas en la mortaja hizo pensar que era Artemi», explicó ayer la doctora en Historia y conservadora de El Museo Canario Teresa Delgado.
Los análisis de carbono 14 realizados en medio de una investigación de los expertos del centro de Vegueta han delatado, sin embargo, al falso Artemi. «El carbono 14 nos ha dado que murió entre el 415 y el 560. Otras dos momias del museo se han datado en fechas similares. Ha sido una sorpresa, pues las fechas están totalmente alejadas del desembarco de Arguineguín. Por lo que, obviamente, se cae un mito», dijo la experta.
Funerarias. Con todo, el descubrimiento ha permitido desvelar algo que hasta ahora no se sabía. El estudio de las momias de la necrópolis Maspalomas que, por dónde fueron enterradas, no conservan los tejidos de piel o juntos con los que fueron amortajadas, sí revela, sin embargo, que fueron enterradas envueltas en pieles o juntos, pues los huesos presentan un movimiento compatible con las correas con las que el cuerpo era amarrado en el sudario. Y estas momias, explica Delgado, se han datado entre los siglos XI y XV. Eso significa, resaltó la experta, que «estamos hablando de una continuidad de diez siglos en las prácticas funerarias».
Además, continuó, se sabe que «existieron especialistas, en pieles y juncos, en loza, en la construcción de viviendas, en la madera, en la extracción de la obsidiana, y en el caso del tratamiento del cadáver también personas especializadas porque la regularidad responde a una cualificación específica».
Por otro lado, relata Delgado, el proceso de investigación también ha echado por tierra una creencia generalizada. Si bien los aborígenes canarios se organizaban en grupos jerarquizados, las desigualdades no eran tan pronunciadas como se creía. Al menos, matizó la experta, en dos cuestiones. Una, la forma de los enterramientos. Todos los cuerpos pasaban por el ritual funerario del amortajamiento. Y otra, añadió, la alimentación. Delgado explicó que por la dentición se sabe que no había grandes diferencias en la alimentación de unos y otros. Sí mantiene la experta, no obstante, que la desigualdad de género era más evidente tanto por la división del trabajo como por la alimentación.
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