La caída de Constantinopla
02/10/2015 • Por admin
La caída de Constantinopla, tras resistir tres cercos en 1391, 1396 y 1422, acontenció el 29 de mayo de 1453, cuando el gran cañón otomano abrió una brecha en la hasta entonces inquebrantable triple muralla bizantina, erigida por Teodosio II.
La caída de Constantinopla
La situación de la otrora lujosa urbe en 1453 era lamentable. De las casi 500.000 personas que la llegaron a habitar, apenas quedaban 40.000. El sitio otomano hacía muy difícil obtener alimentos, y donde antes imperaban las casas lujosas y los palacios, ahora había pequeños huertos de cultivo cuidados por los supervivientes para paliar el hambre, entre los escombros de lo que habían sido barrios enteros. Las vacas campaban en lo que había sido el Gran Palacio, y los aristócratas ya habían escapado de la ciudad, lo que unido a la peste que azotó a Constantinopla en 1448, dejaba una miserable visión de lo que había sido la mas grande capital imperial.
Una serie de malos presagios vino a desmoralizar aún mas a la población. Una profecía decía que la ciudad resistiría mientras la luna brillase, por lo que el eclipse lunar de la noche del 24 de mayo causó gran pesar, mientras que en una procesión, la imagen de la Virgen María cayó al suelo para consternación de todos.
El Gran Cañón y el asalto
En la mañana del 29 de mayo, los mercenarios europeos al servicio de los otomanos iniciaron el asalto, pero la ciudad resisitió el mismo durante dos horas. Fue entonces cuando el sultán Mehmed II ordenó armar el Gran Cañón, al tiempo que 80.000 soldados encabezados por los temidos jenízaros asaltaban la muralla.
El comandante de las tropas bizantinas, el genovés Giovanni Giustiniani Longo fue gravemente herido, lo que desmotivó a sus tropas, moral que ni el mismo emperador Constantino XI Paleólogo pudo recuperar al acudir en persona a las murallas, donde luchó hasta la muerte tal y como había prometido. Los cañones de gran calibre de los otomanos dispararon a la base de la muralla bizantina, abriendo un boquete de grandes dimensiones, que los defensores (menos de 8.000 soldados para defender la inmensa triple muralla que contaba con 300 torres defensivas), ya no pudieron ni rellenar ni defender.
El Gran Cañón pesaba unas 9 toneladas. Había sido fundido en Adrianópolis por el ingeniero húngaro Orbón, que cosas del destino, primero ofreció sus servicios a los bizantinos, y al ser rechazado, se los ofreció a los otomanos. Hicieron falta 100 hombres y 15 pares de bueyes para trasladarlo hasta Constantinopla. Su longitud era de 8 metros de largo con un grosor de 20 centímetros y su diámetro era de 80 centímetros en la culata hasta los 240 centímetros en la boca. Los proyectiles que lanzaba pesaban 850 kilogramos, y su alcance era de 1,6 kilómetros,mientras que el ruido de sus disparos se podía escuchar en 15 kilómetros a la redonda. Los cañones del siglo XV pudieron con la muralla del siglo V.
Mehmed II entró en la conquistada ciudad por la tarde, ordenando que la inmensa catedral de Santa Sofía fuese convertida en mezquita, mientras sus tropas, entregadas al pillaje, cometían toda clase de brutalidades con la población durante tres largos días. Mehmed II consiguió hacer realidad su sueño de conquistar la urbe y convertirla en la capital de su imperio y en la perla del Islam.
Consecuencias de la caída de Constantinopla
La caída de Constantinopla fue un duro golpe para la Cristiandad, pero también tuvo consecuencias para el comercio, ya que las rutas hacia la India y China quedaron bloqueadas por los otomanos. La búsqueda de caminos alternativos hacia las especias y artículos de lujo, llevó a Portugal y a Castilla a iniciar su expansión oceánica, los primeros circunnavegando África y los segundos financiando a Cristóbal Colón, con las consecuencias que todos conocemos.
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