Con Zahi Hawass, espectáculo garantizado
FOTO: SUPREME COUNCIL OF ANTIQUITES. HO | EFE
El arqueólogo que medró a la sombra de Mubarak vive alejado de las críticas por su mal carácter y su exceso de ego tras años «reinando» en Egipto
Hablar de egiptología en el país de los faraones sin mencionar a Zahi Hawass sería un olvido imperdonable. Pero es también uno de los más controvertidos estudiosos del mundo antiguo, amado por tantos como maldecido por sus detractores. Nacido en la ciudad de Damieta, en pleno delta del Nilo, cambió la historia grecorromana por la egiptología y se echó al desierto. «Todavía quedan un 70 % de las riquezas de Egipto bajo la arena», llegó a asegurar Hawass.
Ahora descansa en su casa de El Cairo tras su segunda renuncia al ministerio de Antigüedades y verse envuelto en procesos judiciales por corrupción, malversación de fondos y connivencia con el régimen dictatorial de Hosni Mubarak. En el 2011, tras cesar en el cargo de ministro, fue condenado a un año de cárcel por desacato. Eso sí, ha salido indemne de todos ellos. El gobierno de transición lo rehabilitó al poco, pero dimitió alegando que existía dejadez contra el expolio en un Egipto en tiempos revueltos. Su tiempo muerto lo ocupa en escribir libros y dar entrevistas, criticar la dejadez del patrimonio y acusar a todos los que lo descalifican de ser «unos insectos».
Ilustrado, musulmán de barniz laicista y con estudios en la universidad de Pensilvania, es también un showman. Hasta ahora, allí donde había un descubrimiento, aparecía Hawass con su sombrero a lo Indiana Jones -personaje con el que le gusta que lo comparen- y una retahíla de cámaras de televisión detrás. Hawass tiene un lado oscuro. Empezando por su afán de protagonismo. Discovery Channel lo fichó para sus documentales y el mundo conoció las riquezas de Egipto de boca del entonces Consejero Supremo de Antigüedades. «Soy famoso y poderoso por lo que hago por el país. Nadie en Arqueología ha ayudado más a Egipto que yo», sentenció. Hawass critica la fuga de turistas, y asegura que Egipto es un lugar seguro para el visitante.
El cazador de momias no es muy querido en Occidente, y no solo por su reclamación de 3.000 piezas sacadas ilegalmente de Egipto, entre estas los bustos de Nefertiti del Museo de Berlín o la Piedra Rosseta, del British Museum, cuyos jeroglíficos desentrañó Champollion. Tampoco su carácter le granjeó amistades entre los arqueólogos. Muchos dicen que una palabra suya era más que suficiente para obtener o no permiso para excavar. Igualmente no ha caído bien su papel en los últimos años de Mubarak, que lo catapultó al ministerio. O el descalabro en Giza, cuando autorizó un reportaje sobre el origen extraterrestre de los faraones, que terminó con la sustracción de varias piezas. El escándalo más reciente, antes de apartarse de la esfera pública, fue el choque con los restauradores del Museo del Cairo para recuperar la barba postiza de Tutankamón, desprendida tras un golpe fortuito. Hawass se negó a pegarla con cola y sugirió insertarla con un hierro, a lo que los expertos se negaron.
Pero no todo es vanidad en el arqueólogo de Damieta. Las necrópolis de Saqqara y Giza, el valle de las Momias, la identificación de un sarcófago que durmió durante años en el almacén y pertenecía a la reina Hatshepsut, son sus avales. Hawass acercó Egipto al gran público a través de los medios de comunicación, entendiendo que hoy, sin espectáculo ni cámaras, nada trasciende. El faraón del delta ya no manda, pero no descarta volver. Quizás, cuando habla de su país, hace suya la frase de Champollion: «Soy adicto a Egipto, Egipto lo es todo para mí».
El país rompe relaciones con un museo inglés por vender una estatua
El ministro egipcio de Antigüedades, Mamduh al Damati, suspendió ayer las relaciones de las instituciones de su país con el Museo de Northampton, en el Reino Unido, por vender la estatua faraónica de Sejemka de hace más de 4.000 años, y calificó el hecho de crimen moral. Al Damati anunció que pese a la venta y según las leyes británicas, la estatua no puede salir de Reino Unido hasta el mediodía del día 28. Ese plazo podría prorrogarse hasta el 29 de marzo del 2016 en el caso de que surgiera una oferta en firme para una nueva compra de la estatua. Así, Al Damati invitó a todos los egipcios y amantes de la civilización egipcia, sobre todo a aquellos egipcios residentes en Reino Unido, a comprar la estatua, ya que este sería un nuevo intento de devolver la antigüedad faraónica a tierras egipcias.
Al Damati (en la fotografía) señaló que todas las organizaciones internacionales, entre ellas la Unesco y el Consejo Internacional de Museos, apoyan a Egipto en su intento de conservar la estatua. El ministro añadió que estas instituciones adoptan todas las medidas legales y normas morales que prohíben a los museos la venta de sus propiedades. La estatua se subastó en la casa Christie?s de Londres por 21,8 millones de euros, muy por encima del precio estimado. La salida al mercado de la valiosa estatua, de piedra caliza pintada y dedicada al inspector de los escribas Sejemka, fue condenada por el embajador de Egipto en Londres, Ahsraf Eljoli, ya que su país se la regaló al Museo de Northampton a finales del siglo XVIII.
Fuente: La Voz de Galicia
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