domingo, 31 de agosto de 2014

¿Pasó Colón por Bahía Feliz?


La coordenada exacta de Maspalomas donde Cristóbal Colón decidió enterrar durante unas horas el ancla hace más de cinco siglos aún continúa siendo un enigma. Al rechazo del Gobierno canario por declarar a la franja del Oasis como Bien de Interés Cultural (BIC) se le suma la hipótesis de que el almirante desembarcara en Tarajalillo. Uno de sus defensores es el investigador Paco Guedes, quien estima que la costa de Tarajalillo presentado mejores condiciones para el fondeo de las embarcaciones, además de la cercanía de posibles lugares para el abastecimiento de alimentos.

No existe certeza absoluta que Cristóbal Colón desembarcara en busca de abastecimiento en las inmediaciones de la charca de Maspalomas durante su cuarto viaje a América. La resolución del Gobierno de Canarias, que echó abajo la iniciativa del Cabildo para declarar la franja del Oasis como Bien de Interés Cultural (BIC), incluye en sus consideraciones la hipótesis del investigador Pablo Guedes, que defiende el desaparecido poblado de Pozo del Lentisco, ubicado hoy en día en Bahía Feliz, como enclave más probable para el avituallamiento del almirante.

Guedes señala que la costa de Tarajalillo parece el lugar más adecuado para el fondeo de las embarcaciones por el predominio de los alisios, el desarrollo de la actividad ganadera y salinera de sus pobladores, y la existencia de una laguna de aguas salobres.

De las escuetas referencias que Hernando Colón (hijo menor del gran almirante genovés) dejó escritas en su diario sobre el paso de su tripulación por el litoral meridional de Gran Canaria hace más de cinco siglos, solo se contempla que la llegaba de las cuatro naves tuvo lugar en el término de Maspalomas durante un período aproximando entre 24 y 48 horas. El tiempo suficiente para abastecer a sus navegantes de carne, agua, sal y leña en el cuarto viaje a América.

Sin embargo, los datos que se desprenden de los escritos del hijo de Colón impiden trazar en la costa de San Bartolomé de Tirajana un punto exacto en el que se produjo el desembarco. Algunas crónicas históricas, en las que se apoya el Cabildo para declarar la franja del Oasis como Bien de Interés Cultural (BIC), señalan las inmediaciones del Faro y la Charca de Maspalomas como el enclave adecuado para el fondeo de las embarcaciones. Sin embargo, una resolución reciente del Gobierno de Canarias ha rechazado la incoación de dicho expediente al carecer el Oasis de Maspalomas de "exponente arqueológico o arquitectónico" vinculante con los hechos ocurridos en el año 1502. Según el Boletín Oficial de Canarias, del pasado 6 de agosto, "los escritos de Hernando Colón, Juan de la Cosa o cualquier otro autor de la época no establecen una relación fiable entre ambas realidades [?] la valoración del lugar es difícilmente defendible ante las grandes alteraciones que ha experimentado por la intervención humana" a lo largo del tiempo. Por contra, el Ejecutivo incluye otros dos enclaves en el municipio tirajanero que resultan mucho más adecuado para el arribo de las embarcaciones del colonizador castellano: la Bahía de Meloneras y la desembocadura del barranco de Tarajalillo. Esta segunda opción es avalada por el investigador Pablo Guedes, quien aborda el debate histórico desde 2009.

Este apasionado de la historia del Sur de Gran Canaria sostiene que existen suficientes indicios para situar el desembarco de Colón en el desaparecido poblado canario de Pozo del Lentisco, situado en lo que en la actualidad se conoce como Bahía Feliz. Según las crónicas de la época, el paso de los expedicionarios por el sur de la isla duró apenas entre uno y dos días, por lo que probablemente la tripulación se sirvió del suministro de los pobladores canarios de la zona para llenar sus barriles con rumbo al nuevo continente.

En su línea de investigación, Pablo Guedes no descarta de manera tajante que el almirante pudiera arribar al Oasis de Maspalomas, pero sí defiende que existen más probabilidades de que el arribo ocurriera en Bahía Feliz por tres razones: en primer lugar, el término de Maspalomas abarca un espacio geográfico mucho más amplio que las inmediaciones del Faro. En concreto, los límites de esta denominación se extienden desde El Castillo del Romeral hasta terrenos más lejanos de la urbanización de Meloneras, por lo que esta denominación no solo ha de subscribirse al enclave del Oasis.

En segundo lugar, el viento que sopla por la bahía de Tarajalillo es más favorable para la navegación de barcos de vela del siglo XVI que otras zonas del litoral de Maspalomas. De ahí que Guedes sostenga que probablemente Colón decidiera detener sus navíos en Bahía Feliz y no continuar hasta el Oasis, que concentra más riesgos de escollo para el fondeo de barcos.

En tercer lugar, como su nombre indica, en el Pozo del Lentisco había un depósito de agua salobre, que serviría para realizar aguadas a los tripulantes. Y en sus cercanías, se encontraban unas salinas naturales, las llamadas de ´Abajo´, donde los aborígenes recogían sal para conservar sus alimentos perecederos. Ante la disposición de tales recursos, Guedes considera lógico que los expedicionarios desembarcaran en este enclave antes de continuar con su travesía por el Atlántico.

El cuarto argumento en el que el autor sureño apoya su tesis es el acceso del que dispone Bahía Feliz no solo a tabaibales, que garantizaban a los expedicionarios la materia prima para hacer fuego, sino además a un pinar que se extendía entre los 200 y 1.000 metros de la costa con el que se podía conseguir leña para la travesía.

El último indicio que fundamenta esta hipótesis reside en que los originarios de la zona de Tarajalillo se dedicaban principalmente a la actividad ganadera caprina. "En este enclave los canarios culminaban las apañadas de Tirajana, una costumbre que se seguiría realizando hasta el siglo XX, mediante la cual los pastores marcaban y controlaban los ejemplares", asegura Guedes. El escenario constituía una despensa de carne, manteca y cebada para Colón y los suyos.

A lo largo de estos últimos cinco años, Guedes ha ido recopilando crónicas e indicios que apuntan al enclave de Bahía feliz co- mo el sitio que reúne las características necesarias para que allí se produjera el acontecimiento histórico. "Se trata de ir encajando piezas en el puzle y, al margen de la polémica política suscitada por este asunto en los últimos meses, mi trabajado solo consiste en indagar sobre la historia del sur de la Isla", aclara el autor, quien, al ser vecino de Castillo del Rome-ral, conoce el terreno de Tarajali-llo y sus leyendas como la palma de su mano.

Para desarrollar su investigación, Guedes ha tenido que consultar documentos pasados de toda índole, desde contratos de venta de terrenos en Tirajana, actas notariales hasta mapas, registros de propiedad y libros de historiadores anteriores.

A día de hoy no quedan restos del antiguo poblado de Pozo del Lentisco en la bahía tirajanera. Esta cuestión, según Guedes, se debe a que los castellanos destruyeron durante La Conquista no solo las edificaciones aboríge- nes (casas, pozos), sino también cualquier manifestación religio- sa que no perteneciera a la Iglesia católica.

Asimismo, según se plasma en el Boletín Oficial de Canarias, existen datos adicionales acerca de la prestación de servicios militares que los pobladores de la bahía de Tarajalillo habían realizado a otros navegantes en aquellos años.

Independientemente de las hipótesis que los distintos autores formulen sobre este episodio histórico, lo cierto es que solo existen tres documentos que hacen referencia explícita a los hecho ocurridos hace más de cinco siglos: el diario del hijo del colonizador, Hernando Colón, que por aquella época tenía 13 años de edad, una carta del almirante genovés escrita en Jamaica días después de haber pasado por Canarias y una cita en un testamento que realizó uno de los escribanos que acompañó a Colón en su travesía.

Ante la inexistencia de pruebas arqueológicas y arquitectónicas que llenen de rigor científico las lagunas que circundan el paso de Colón por San Bartolomé de Tirajana, se abre un abanico de teorías en busca de trazar sobre el mapa sureño la coordenada exacta del desembarco. Además de la desembocadura del barranco de Tarajalillo, el Gobierno de Canarias menciona en su resolución la bahía de Meloneras como otro posible paraje en el que se desarrollara este hito histórico, que tanta polémica política ha levantado en los últimos meses.

martes, 26 de agosto de 2014

Eran rubios los guanches?", se preguntó un antropólogo americano en 1935

EFE - Santa Cruz de Tenerife

26/08/2014

(Foto: EFE)

Técnicos del Museo de la Naturaleza y el Hombre de Tenerife han encontrado en un rastro callejero un ejemplar de 1935 de la revista estadounidense "Natural History", en la que un antropólogo relaciona a las tribus del Rif africano con los guanches por el color rubio de sus cabellos.

La revista "Natural History. Journal of The American Museum of Natural History" fue adquirida por el técnico de Difusión y Comunicación de Museos de Tenerife Néstor Yanes Díaz en el rastro de Santa Cruz de Tenerife y en ella, un ejemplar de febrero de 1935, se publica un artículo de Carleton S. Coon titulado "The people of the Rif. The White Tribes of the Mountains of North Africa" (Los pueblos del Rif. Las tribus blancas de las montañas del norte de África).

Mercedes Martín, técnico del Instituto Canario de Bioantropología, del Cabildo de Tenerife, indica en una entrevista a EFE que en el artículo el antropólogo estadounidense explica el interés que los naturales del Rif -región montañosa del noroeste de África- tenían en ese momento para la ciencia, pues muchos de ellos eran rubios.

Este hecho, aunque exagerado a menudo, era sin embargo real, pues menos de la mitad de la población tenía el cabello negro aunque el de la mayoría era castaño medio u oscuro, detalla Mercedes Martín, que también ha publicado un comentario al respecto del mencionado artículo en la página en internet del Organismo Autónomo de Museos de Tenerife.

Uno de cada cuatro rifeños tenía la barba rubia y uno de cada tres, morena, y el pelo rubio era del tipo dorado, nunca de tonos cenicientos.

El 4 por ciento tenía el pelo con tintes rojizos y este porcentaje ascendía al 17 si se incluye el cabello de la barba, lo que los señala como uno de los pueblos más pelirrojos del mundo, y en su mayoría eran pecosos.

Más de la mitad tenía los ojos azules, grises o verdes, pero muy frecuentemente mostraban manchas de color marrón en un fondo más claro.

La combinación de los ojos azulados bajo cejas resaltadas, la barba rubia o rojiza y la piel blanca rojiza los hacen parecer una raza rubia pura, añade el antropólogo estadounidense en su artículo.

En este trabajo Coon comenta que los rifeños no son los únicos rubios en el norte de África, aunque son los más numerosos, pues "también los guanches en época de la conquista eran frecuentemente rubios".

En el norte de África, si se considera a árabes y bereberes, existe un mínimo de individuos rubios y actualmente los investigadores opinan que el guanche no debió variar demasiado de las poblaciones mediterráneas, en general, y norteafricanas, en particular en cuanto a la pigmentación de piel, pelo y ojos.

Tampoco debieron diferir en demasía de las poblaciones canarias actuales y así, la proporción de gente con ojos, tez y cabello de tonos claros debió rondar el 10-20 por ciento de la población, precisa Mercedes Martín.

Carleton S. Coon (1904-1981) fue presidente de la American Association of Physical Anthropologist y sus estudios sobre las razas han sido controvertidos.

Durante la Segunda Guerra Mundial trabajó de espía para los franceses en Marruecos, bajo la ocupación alemana, y utilizó como excusa para ello sus trabajos de campo, lo que le supuso posteriormente la crítica de sus colegas en cuanto a su ética profesional.

También trabajó para la Oficina de Servicios Estratégicos de Estados Unidos, la precursora de la CIA.

Fue discípulo del también estadounidense E. A. Hooton, quien realizó uno de los estudios más pormenorizados, integrales y completos llevados a cabo en esa época en Canarias y que fue publicado en 1925 con el título "The Ancient Inhabitants of the Canary Islands".

Sin embargo, Hooton desmintió que el norte de África haya sido un "centro de rubios", aclara Mercedes Martín.


domingo, 24 de agosto de 2014

La isla de los astrónomos


La isla de los astrónomos

¿Pero cómo consiguieron semejante control del tiempo sociedades aparentemente atrasadas y aisladas durante siglos del resto del mundo por millas y millas de océano? La respuesta está en el cielo… y en las piedras de una decena de yacimientos de Gran Canaria.

Los pastores más viejos de Gran Canaria aún conservan la habilidad de sus mayores de saber la hora del día con sólo mirar al sol, el dios Magec que regía las vidas de los antiguos canarios, o de saber el momento del año por las estrellas del cielo. Algunos de ellos quizá mantengan el conocimiento heredado de padres a hijos de que existen en la isla determinados puntos donde las sombras o los rayos del sol dicen que ha llegado la primavera o incluso que comienza el día más largo del año.

Y es que la isla está salpicada de emplazamientos que mantienen la memoria de losfaicanes, los sacerdotes aborígenes que dirigían los ritos y atesoraban la sabiduría de matemáticos y astrónomos en aquellas viejas sociedades.

La cueva número 6 de Risco Caído

La cumbre del conocimiento astronómico de las sociedades prehispánicas que habitaron Canarias se encuentra en Artenara, el pueblo más alto de Gran Canaria (1.270 metros), donde algunos vecinos siguen viviendo hoy en casas cueva al borde de la sobrecogedora caldera volcánica de Tejeda, como hicieron sus abuelos, bisabuelos y tatarabuelos.

Parte de esas cuevas se encuentra en el paraje conocido como Risco Caído, que los pastores de la zona utilizaron como pajar hasta 1996, cuando se revelaron como un importante yacimiento, con antiguos grabados en sus paredes. Pero fue en 2009 cuando se descubrió el detalle que hace especial a la cueva número 6: desde las 08.00 hasta la 10.00 de la mañana del día más largo del año (21 de junio), la luz solar que se cuela por la claraboya que corona su cúpula proyecta contra la pared un rayo que va iluminando poco a poco los 30 grabados en forma de pubis femenino que decoran sus paredes.

Ese juego de luces y sombras se percibe en su apogeo coincidiendo con el solsticio de verano, pero comienza a producirse con el equinoccio de primavera y termina con el de invierno. Y, para cerrar el ciclo de las estaciones, la primera luz de luna genera el mismo efecto en el solsticio de invierno.

Tumba del Rey, en la necrópolis de Arteara, iluminada por los primeros rayos de sol de la primavera. EFE/Elvira Urquijo A.

“Este es posiblemente el marcador solsticial más importante de toda Canarias. No hay nada absolutamente igual, no sólo en esta isla, sino en resto del archipiélago”, defiende Julio Cabrera, el arqueólogo que dirige por encargo del Cabildo de Gran Canaria los estudios de esta cueva.

Su antigüedad concreta se ignora, pero su valor nunca ha pasado desapercibido. Ni ahora que el Cabildo ha promociona su candidatura a formar parte del listado de sitios arqueológicos Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, ni antes del descubrimiento de sus grabados. De hecho, los arqueólogos han encontrado un documento del siglo XVII que atestigua que la población local sabía que esa era una cueva valiosa, un sitio sagrado. En él, un vecino de Artenara, descendiente de aborígenes, lega dos cuevas almogarenes a su hermano y le obliga a prestar una fianza para que no las destruya, ni venda ni permita que desaparezcan.

Otros relojes prehispánicos en Gran Canaria

Risco Caído es el más sofisticado de los milenarios relojes prehispánicos que salpican los 1.560 kilómetros cuadrados de Gran Canaria, pero no el único. Muy cerca de allí, en la caldera de Tejeda, se encuentra el Roque Bentayga. También allí existe un área ceremonial, donde los rayos que se cuelan al amanecer por una muesca de un promontorio rocoso en los dos dos equinoccios del año se alinean con unos agujeros en forma de cazoleta excavados hace siglos en la roca del suelo.

El mismo efecto, a mucha mayor escala, se puede ver en el barranco de Fataga, en la necrópolis de Artenara, un cementerio utilizado por los pueblos prehispánicos por lo menos durante 700 años, desde el siglo VIII hasta el XV, como atestiguan las pruebas de Carbono 14. Allí se levanta un millar de túmulos funerarios. Uno de ellos tiene nombre propio en la tradición oral de la zona: El túmulo del Rey. No hay pruebas de que allí descanse rey alguno pero los lugareños siempre han sabido que esa no es una tumba más.

Y no sólo por su lugar central en la necrópolis, sino porque dos días al año -el primer día de primavera y el primero del otoño- los primeros rayos del sol rebasan el risco de Amurga por una muesca natural con forma de V en la montaña y arrojan un espectacular haz de luz directamente sobre la tumba, que hace que sus piedras resplandezcan.

El arqueólogo Xabier Velasco, del servicio de Patrimonio del Cabildo de Gran Canaria, resume así el sentido de estos marcadores astronómicos: “Desde el Paleolítico, las poblaciones trataron de controlar el paso del tiempo, de las estaciones, algo que solo puede hacerse tomando como referencia fenómenos recurrentes, como el recorrido del sol y las estrellas”.

04.- Un grupo de personas escucha las explicaciones de José Carlos Gil, de la Agrupación Astronómica de Gran Canaria, sobre la relación de los antiguos canarios con la astronomía. EFE/Elvira Urquijo A.

Existe un puñado más de ejemplos de “relojes solares” en la misma isla: como el túmulo de la Guancha o Las Cuatro Puertas de Telde.

El Cabildo de Gran Canaria los llama yacimientos con estrella y programa regularmente visitas guiadas a ellos en los momentos clave del año que permiten adivinar cuál era su utilidad para las sociedades que habitaron la isla antes de su incorporación a la Corona de Castilla.

El observador de la Agrupación Astronómica de Gran Canaria José Carlos Gil, estudioso de la cultura aborigen, subraya que controlar el tiempo nunca ha sido una cuestión baladí. De ella, podía depender la supervivencia, saber cuándo había llegado el momento propicio para sembrar o estar preparado para el inicio del celo del rebaño.

Y los arqueólogos consideran que gracias a estos conocimientos los antiguos canarios se adaptaron al ecosistema durante sus por lo menos 1.400 años de dominio de las islas.

jueves, 21 de agosto de 2014

Investigadores descubren la "receta" genética de la regeneración de la cola de los lagartos


Ejemplar de lagarto gigante canario./ED

MADRID, 20 (EUROPA PRESS)

Al entender el secreto de la regeneración de las colas de los lagartos, los investigadores pueden ser capaces de desarrollar formas de estimular la regeneración de extremidades en los seres humanos. Ahora, un equipo de investigadores de la Universidad Estatal de Arizona (ASU, por sus siglas en inglés), en Estados Unidos, está un paso más cerca al descubrir la "receta" genética de la regeneración de la cola del lagarto, que puede consistir en la utilización de pocos y en la cantidad correcta ingredientes genéticos.

Un equipo interdisciplinario de científicos utilizó herramientas moleculares de próxima generación y análisis de ordenador para examinar los genes que se activan en la regeneración de la cola en este clado. El equipo, cuya investigación se publica este miércoles en 'Plos One', estudió la regeneración de la cola del lagarto verde ('Anolis carolinensis'), que cuando se ve atrapado por un depredador, puede perder su cola y luego volver a hacerla crecer.

"Los lagartos, básicamente, comparten la misma caja de herramientas genética que los humanos --afirma el autor principal del trabajo, Kenro Kusumi, profesor en la Facultad de Ciencias de la Vida de la ASU y decano asociado de la Facultad de Artes Liberales y Ciencias--. Los lagartos son los animales que pueden regenerar apéndices enteros más estrechamente relacionadas con los seres humanos. Descubrimos que activan al menos 326 genes en regiones específicas para la regeneración de la cola, incluyendo genes implicados en el desarrollo embrionario, la respuesta a las señales hormonales y la cicatrización de heridas", detalla.

Otros animales, como las salamandras, los renacuajos y los peces, también pueden regenerar sus colas, con un crecimiento sobre todo en la punta. Durante la regeneración de la cola, todos encienden genes en lo que se llama la 'vía Wnt', que se requiere para controlar las células madre en muchos órganos, como el cerebro, los folículos capilares y los vasos sanguíneos. Sin embargo, los lagartos tienen un patrón único de crecimiento de tejido que se distribuye a lo largo de la cola.

"La regeneración no es un proceso instantáneo --explica Elizabeth Hutchins, estudiante graduada en el programa de Biología y coautora molecular y celular del trabajo en la ASU--. De hecho, los lagartos necesitan más de 60 días para regenerar una cola funcional. Los lagartos forman una compleja estructura regeneradora con células en crecimiento en los tejidos en distintos sitios a lo largo de la cola".

"Hemos identificado un tipo de célula que es importante para la regeneración de los tejidos", subraya Jeanne Wilson-Rawls, coautora y profesora asociada de la Facultad de Ciencias de la Vida de la ASU. "Al igual que los ratones y los seres humanos, los lagartos tienen células satélite que pueden crecer y desarrollarse en el músculo esquelético y otros tejidos", concreta esta investigadora.

"Mediante el uso de tecnologías de próxima generación para secuenciar todos los genes expresados durante la regeneración, hemos desbloqueado el misterio de los genes que son necesarios para que la cola de lagarto vuelva a crecer --resalta Kusumi--. Siguiendo la receta genética para la regeneración detectada en lagartos y, a continuación, aprovechando esos mismos genes en células humanas, puede ser posible hacer que vuelva a crecer cartílago nuevo, músculo o incluso médula espinal en el futuro".

Los investigadores esperan que sus hallazgos ayuden a llevar a descubrimientos de nuevos enfoques terapéuticos para lesiones de la médula espinal, reparar defectos de nacimiento o tratar enfermedades como la artritis.

El Cabildo de Lanzarote concluye el ciclo de conferencias sobre los yacimientos paleontológicos de Órzola con un sendero interpretativo

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El Cabildo de Lanzarote ha organizado durante agosto una agenda de actividades en torno a los yacimientos de Órzola en el que se encontraron huevos fósiles de aves gigantes de hace 5 o 6 millones de años. Se ha realizado una caminata en la zona donde está trabajando el equipo de paleontólogos y arqueólogos y también tres charlas, una más de las previstas inicialmente. Todas las propuestas han contado con el aforo lleno y el sendero se cerró con 70 personas.

El consejero de Patrimonio Histórico, Juan Antonio de la Hoz, explica este jueves en nota de prensa que “además de la conferencia que se organizó en el Centro Socio Cultural de Haría y otra en el salón de actos del Archivo Histórico de Arrecife, añadimos una tercera, el pasado viernes 15 de agosto, en Órzola, a petición de la comisión organizadora de las fiestas que se celebran en honor a Santa Rosa”. Las charlas las ha impartido el paleontólogo Antonio Sánchez del Instituto Catalán de Paleontólogía Miguel Crusafont.

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De la Hoz insiste en que “la sociedad insular tiene mucha curiosidad en este descubrimiento arqueológico ya que no hay constancia en ninguna otra parte del mundo de que haya avestruces (ratites) en islas surgidas de la corteza oceánica, su procedencia, cómo llegaron a Lanzarote sigue siendo un misterio”.

Los paleontólogos indican que todavía no se puede explicar cómo unas aves cuyos huevos datan de hace más de 5 y 6 millones de años, cuyos antecesores más inmediatos perdieron su capacidad de vuelo hace unos 90 millones de años, pudieron llegar aquí, si las islas más antiguas emergen hace unos 20 millones de años.

jueves, 14 de agosto de 2014

Las Cuevas de Ajuy son una mina

Vecinos y empresarios de Hostelería de Ajuy no disimularon ayer su malestar ante el anuncio del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, a través de la Demarcación de Costas de Canarias, de autorizar la actividad de visitas guiadas en las cuevas a una empresa privada. La mayoría de los residentes piden al Cabildo Insular y al Auyuntamiento de Pájara que informen a sobre la privatización de este paraje único en la Isla, que recibe cada día cientos de turistas. La vecina Carmen Figueroa anuncia que no está en contra de que se cobre "pero que el dinero sea para un ente público".

Empresarios, vecinos, veraneantes y turistas que transitaban ayer por la localidad de Ajuy coinciden en que las Cuevas y senderos de Ajuy son un paraje único que se debe cuidar y proteger. "No me parece bien que se cobre para entrar en las cuevas, ni en visitas guiadas y menos por parte de una empresa que está denunciada. Creo que este sitio es de todos, ya se hizo mal hace años la segregación del pueblo y un listo quiere aprovecharse de las cuevas para lucrarse y ganar dinero fácil en un lugar que es público y de todos los vecinos", explicó Paco Figueroa, residente durante todo el año.

Unas cuevas que se han convertido en una mina de oro, dado que en la mañana de ayer pasearon por este espacio varios centenares de turistas. Los residentes de la localidad sureña reconocen que las cuevas están de moda, los turoperadores las incluyen en sus guías, y cada día el trasiego de gente es imparable y comen el tradicional pescado fresco en los restaurantes.

Los vecinos preguntan "cómo es posible que una empresa que está denunciada haya conseguido una licencia de Costas a dedo". "Veo algo raro y creo que tanto el alcalde como el Cabildo deben reunirse con los vecinos, posicionarse y si hay que explotarlo que sea de forma legal y con transparencia como en el resto de museos de Fuerteventura", sugiere Carmen.

Por otro lado, Jesús Quesada asegura que no hay precedente, ni un caso parecido en Canarias. "Estoy en contra, aquí se concede un permiso a una empresa y listo", añade.

"Están de moda, y los extranjeros han empezado a poner candados en el mirador de las cuevas como en el puente de París. Y basta para que se instale el cartel de prohibido mojones para que se llene todo el cantil" aseguró un maestro que veranea siempre en esta localidad marinera.

La autorización de Costas a la empresa Cuevas del Paraje Natural de Ajuy SL ha revolucionado a los residentes y veraneantes de la localidad. Algunos no se oponen al cobro e incluso apuestan por convertir este litoral en un centro de la Red de Museos del Cabildo Insular para evitar que se llene de basura pero con un precio razonable y transparencia, donde sean públicos los datos de visitantes diarios y recaudación.

Otros en cambio responden que debe ser el Ayuntamiento de Pájara el que se encargue de mantener limpias las grutas, senderos y la playa. "Resulta vergonzoso porque la arena y la playa está llena de basura y este pueblo carece de servicio de limpieza. Y somos los propios usuarios, residentes y marineros los que nos encargamos del mantenimiento de la zona", advierte un vecino que prefiere mantener el anonimato.

Los pescadores acostumbran a pasar de la primera cueva a la segunda para pescar. "Ahora se nos prohibirá el acceso porque hay que pagar para entrar y así se cargan una tradición", sentencia Felipe Figueroa, que también es residente de verano. Y añade que "a la empresa le han concedido el paso por unos metros de costa para cobrar un servicio de visitas guiadas pero los residentes tendremos derecho a entrar a pescar".

Y mientras la confusión se apodera de los residentes, los turistas se mantienen ajenos a la polémica. Desde Las Palmas llegaba ayer a disfrutar con toda la familia Carmen López Hernández. "Cuando hemos ido a ver las minas a Asturias hemos pagado, en Lanzarote igual, el problema es que aquí no hay mucho que ver. El precio tendrá que ser barato y deberán poner servicios", solicitó la grancanaria. Y añadió que "había suciedad y malos olores en el fondo de las cuevas".

Desde Tenerife viene con frecuencia Pascual Miguel Leando Lugo y cree que si se cobra la entrada las cuevas perderán su encanto. "Son muy bonitas porque están naturales y si se hacen obras no viene nadie", comentó.


sábado, 9 de agosto de 2014

Parque geológico Cueva del Viento (Icod de los Vinos, Tenerife) Una ruta interpretativa turística

La cavidad volcánica está enclavada en el barrio Cueva del Viento, del municipio Icod de los Vinos. Se formó hace 27.000 años en lavas basálticas procedentes de la primera fase erup- tiva del volcán Pico Viejo, situado junto al Teide (Tenerife, Islas Canarias) (Carracedo et al., 2008).

Este tubo volcánico, cuyo nombre se debe a las importantes corrientes de aire que se pro- ducen en su interior, es el quinto más largo del mundo (17.032 metros topografiados) (Oromí et al., 995) tras los cuatro primeros que se encuentran en la isla de Hawaii (la mayor del archipiélago de Hawaii, Estados Unidos) (Bob Gulden, 200). Constituye una enorme red la- beríntica de pasajes subterráneos, siendo innumerables las ramificaciones aún sin explorar, que permitirán ampliar su longitud en el futuro.

La Cueva del Viento también destaca por sus características geomorfológicas únicas, ya que su red de galerías se dispone en tres niveles superpuestos, fenómeno que no está des- crito en ningún otro lugar del mundo. Además, presenta una amplia variedad de estructuras de origen primario tales como estalactitas de lava, cascadas lávicas, terrazas laterales y lagos de lava, entre otras, así como concreciones secundarias de diferente composición (carbonato cálcico y otras sales).

La mayor relevancia biológica de esta intrincada cavidad volcánica es su fauna subte- rránea, que constituye una fuente constante de nuevos hallazgos. La cueva alberga un total de 90 especies conocidas, la mayoría invertebrados. De éstas, 48 son troglobias, esto es, animales adaptados al medio subterráneo y que ya no pueden vivir en el exterior. Entre estas especies condenadas a vivir en la oscuridad, 5 han resultado ser nuevas para la ciencia, como la cucaracha sin ojos Loboptera subterránea o los escarabajos Wolltinerfia martini y Wolltinerfia tenerifae (Oromí et al., 1995). En su interior también se encuentran algunos res- tos fósiles de animales vertebrados ya extinguidos, como la rata y el lagarto gigantes, y otros restos óseos de especies ya desaparecidas en Tenerife, como la graja y la hubara.

En cuanto al proceso que origina esta clase de tubos volcánicos, por regla general se trata de estructuras características de un tipo de coladas basálticas, donde el mantenimiento del calor en el interior del flujo hace progresar el frente de la colada. La conservación del calor queda garantizada cuando se desarrolla una costra continua que aísla térmicamente la lava interior, a la vez que ésta va definiendo conductos de circulación preferente. Al terminar la erupción, la lava de estos conductos sigue circulando hasta dejarlos vacíos. En la Cueva del Viento se observan tres niveles de conductos que parecen ser producto de sucesivas etapas eruptivas, que generaron coladas superpuestas, en cuyo seno se construyeron las galerías.

El Cabildo de Tenerife, a través del Museo de Ciencias Naturales, adquirió los terrenos en las inmediaciones de las bocas de la cueva del Sobrado, situadas en medio de un pinar a mayor altitud que el barrio de la Cueva del Viento. En el conjunto de la finca se eligió una atractiva ruta donde, más que una cueva-espectáculo, que también lo es, se oferta una visita guiada interpretativa en la que se muestra y revela qué es un tubo volcánico laberíntico, así como otros fenómenos geológicos y aspectos etnográficos presentes a lo largo de la ruta. A los guías se les preparó un manual ilustrado (Socorro, 2008) que recopila la información de todos los puntos de interés de la misma. Asimismo, algunos esquemas y fotos, impresos a gran tamaño en el manual, se utilizan para una mejor explicación a los visitantes.

 


     

jueves, 7 de agosto de 2014

Los podomorfos de Betancuria.

Pero el punto de inflexión, si se le puede llamar así, se producirá en 1978 con el descubrimiento de los grabados podomorfos de la Montaña de Tindaya por Pedro Carreño. Este descubrimiento abre el camino para futuros descubrimientos y estudios de grabados rupestres.


El descubrimiento en Fuerteventura de grabados rupestres, desde el último tercio del siglo XIX pero sobre todo a partir de la década de los 80 del siglo XX, ha abierto una línea de investigación específica sobre el estudio de las diferentes etapas del pasado de Fuerteventura, como el momento o los momentos en que se produce el poblamiento de la isla, el periodo en que se desarrolla la cultura aborigen, los años de la Conquista y penetración europea o acontecimientos más recientes de nuestra historia.

Hasta la segunda mitad de los años 70 del siglo XX sólo se conocía para Fuerteventura referencias aisladas sobre la existencia de grabados rupestres. Los descubrimientos más importantes hasta esa fecha eran dos bloques de piedra hallados en siglo XIX y de apariencia alfabetiforme. Fueron dados a conocer por Sabino Berthelot, que hace un dibujo de los mismos. Desafortunadamente estos bloques desaparecieron y no se poseen más datos sobre su paradero y características. El primero de estos grabados fue descubierto por L. Benítez de Lugo (Marqués de la Florida) en la Península de Jandía (1874). El segundo fue localizado por R. F. Castañeyra en el Barranco de la Torre. A mediados del siglo XX el comisario de excavaciones arqueológicas de la Provincia de Las Palmas, Sebastián Jiménez Sánchez, hace algunas referencias, en sus estudios, a posibles manifestaciones rupestres en el Barranco del Valle de la Cueva.

Con estos datos escasos el mundo de los grabados rupestres representaba un apartado aislado, poco relevante del contexto arqueológico de la Islas y dentro del conocimiento de las características culturales de las poblaciones aborígenes, especialmente para Fuerteventura. No obstante, se realizaron varios trabajos y ensayos que aventuraron algunas hipótesis de interpretación de algunos motivos. Pero el punto de inflexión, si se le puede llamar así, se producirá en 1978 con el descubrimiento de los grabados podomorfos de la Montaña de Tindaya por Pedro Carreño. Este descubrimiento abre el camino para futuros descubrimientos y estudios de grabados rupestres. Desde 1984 el equipo de la Carta Arqueológica de la isla de Fuerteventura comienza a localizar y dar a conocer un amplio número de estaciones de grabados rupestres, además de ampliar el repertorio temático. Pero será desde 1987, y hasta 1994, cuando este mismo equipo aumente de manera considerable los hallazgos en todos los grupos temáticos (alfabéticos, podomorfos, barquiformes, geométricos y otros motivos).

, en la década de los 90 otros investigadores como Werner Pichler comienzan a investigar las inscripciones rupestres de Fuerteventura, centrando sus estudios en los Alfabetiformes (Líbico-Bereber y Latino-Canarios). En la misma línea continúan realizando sus investigaciones en la isla arqueólogos como José de  León Hernández, María A. Perera Betancor y otros durante toda la década de los 90; y lo que llevamos de siglo continúan realizando estudios sobre los grabados rupestres de la isla.

Con la revisión de la Carta Arqueológica de los Municipios de Betancuria, La Oliva y Puerto del Rosario en el año 2007 se dan a conocer varias estaciones de grabados hasta entonces inéditas, sobretodo en el municipio de Betancuria, donde se nos informa de varias estaciones de podomorfos además de documentarse algún motivo nuevo. En la actualidad, el Departamento de Patrimonio Histórico del Cabildo Insular impulsa el proyecto del Catálogo de Grabados Rupestres en la Isla de Fuerteventura, cuya primera fase incluye veinte estaciones de grabados rupestres. Cinco de estas veinte estaciones se encuentran en el término municipal de Betancuria, lo que viene a confirmar la importancia del territorio municipal en el contexto de las manifestaciones rupestres aborígenes de la isla.

Las estaciones rupestres localizadas en el municipio de Betancuria presentan en cuanto a su ubicación una elección del lugar y ciertas unidades geomorfológicos que se repiten reiteradamente. Suelen localizarse, en la mayoría de los casos, en las proximidades de yacimientos arqueológicos aborígenes con diferentes funcionalidades: hábitats, ganaderos, enterramientos, cultuales, etc.

A pesar de localizarse en las inmediaciones de multitud de yacimientos, no se puede afirmar con total seguridad que estos hayan tenido una ocupación coetánea a la realización de los mismos. En este punto conviene aclarar, para los que están poco familiarizados con el estudio de los grabados rupestres, que a la hora de poner una fecha a los grabados se presenta el problema de que no hay ninguna técnica que permita saber el momento exacto en el que se realizó ese grabado sobre la roca. Es en este punto donde la excavación arqueológica muestra su importancia. Las excavaciones arqueológicas sistemáticas en los yacimientos arqueológicos asociados a estas estaciones de grabados rupestres, y la obtención de dataciones cronológicas en esos yacimientos, podrían aportar datos del marco temporal en el que fueron realizados.

Desde el punto de vista geomorfológico, la mayor cantidad de grabados rupestres en el municipio de Betancuria se ubican en afloramientos rocosos situados en las cotas superiores del Macizo de Betancuria y otras montañas del municipio. También se han localizado inscripciones en los márgenes de los barrancos, como en el caso del Barranco de la Peña, en el que aparecen asociados a cuevas supuestamente de enterramiento. Otras ubicaciones, como socos de pastores o asientos naturales de pastores situados en pequeños afloramientos rocosos y solapones, pertenecen a fechas más recientes.

Los motivos hasta ahora documentados en las estaciones de grabados rupestres localizadas en el municipio son: Alfabéticos del tipo Líbico-BereberGeométricos (cuadrados, retículas, líneas simples, espigas), Juegos (dameros, chasconas) y Podomorfos.

En los últimos años se ha documentado una nueva estación de grabados podomorfos. Presenta unos siete paneles de grabados podomorfos, además de otros motivos inéditos como un círculo con líneas en su interior. En la actualidad hay documentadas cuatro zonas en el municipio de Betancuria en las que se localizan grabados podomorfos, lo que viene a representar un porcentaje muy importante del total de la isla. No obstante, Tindaya continúa siendo el máximo exponente de este tipo de grabados, por el número de paneles y por lo que seguramente representó en el plano mágico-religioso para los aborígenes.

                                 

Las técnicas de ejecución de los grabados documentados hasta ahora son varias: Incisión,PicadoRayado y Abrasión.

El estado de conservación de las diferentes estaciones de grabados es variado. Su deterioro en la mayoría de los casos viene dado por una fuerte meteorización y  erosión de las zonas donde se ubican las estaciones, además de por la propia naturaleza de la roca. Muchos de estos afloramientos rocosos presentan fracturas y derrumbes, por lo que no se descarta que gran parte de este legado cultural se haya perdido sin saberlo. La presencia de los líquenes y musgos dificulta en mayor  medida la localización de muchos grabados rupestres. El tránsito del ganado suelto sobre estos paneles, las extracciones de piedras para la realización de muros y cadenas, la reutilización de estos paneles en algunos casos por el majorero como pizarra improvisada a lo largo de la historia y hasta nuestros días, constituyen las afecciones más importantes para este conjunto de grabados rupestres presentes en Betancuria.

En cuanto a la divulgación de este patrimonio arqueológico, y a pesar del potencial científico que representan yacimientos arqueológicos como el Llano del Sombrero,  Barranco de Las Peñitas, Macizo de Betancuria, Barranco de Janey y otros muchos, lo cierto es que muchos de estos yacimientos son desconocidos incluso para la comunidad científica. La falta de excavaciones arqueológicas sistemáticas es sin duda el gran problema del Patrimonio Arqueológico en Fuerteventura y naturalmente de Betancuria; si no hay investigación difícilmente puede haber divulgación. Y todo esto a pesar de contar con el primer Museo Arqueológico de Fuerteventura, creado a partir de una colección privada de Don Vicente Ruiz.

En este sentido, en los últimos años se está impulsando desde las instituciones regionales e insulares (Dirección General de Cooperación y Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias, Departamento de Patrimonio Histórico del Cabildo Insular de Fuerteventura) las revisiones de los catálogos arqueológicos municipales y excavaciones arqueológicas. A finales de este verano se darán a conocer los resultados de una serie de sondeos arqueológicos realizados en la isla de los que tres se localizan en Betancuria. También desde la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Betancuria, sobre todo en los últimos años, se está demandando más inversión de este tipo para el municipio, lo que ha dado sus frutos ya que la Dirección General de Cooperación y Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias financia los costes de una excavación arqueológica en el Llano del Sombrero.

Esperemos que la próxima construcción del nuevo Museo Arqueológico Insular en Betancuria traiga más inversión para el patrimonio arqueológico, insular y municipal. El aprovechamiento y los beneficios económicos que puede aportar a la sociedad será el tema para otro artículo.

Este texto fue publicado en el programa de Fiestas de Nuestra Señora de la Peña 2010 de Betancuria.

miércoles, 6 de agosto de 2014

Técnicas de restauración de dunas

La restauración de los sistemas dunares que han sido alterados se consigue mediante la eliminación de las causas que han conducido a su alteración y utilizando técnicas de reconstrucción topográfica y repoblación con vegetación autóctona.Puesto que las dunas costeras son unos sistemas muy dinámicos, los objetivos de restauración se pueden cumplir en un plazo breve, del orden de pocos años.

Es esencial, en cualquier proyecto de restauración, establecer cuáles son los objetivos a alcanzar, siendo deseable que las actuaciones realizadas consigan recuperar la estructura (composición de especies) y funcionamiento (procesos sedimentarios y ecológicos), de forma que el sistema dunar restaurado mantenga una situación de equilibrio dinámico acorde con las características sedimentarias y ecológicas de su entorno.
Como ya se expuso en el Capítulo 5, los proyectos de regeneración de dunas se inician con un estudio detallado de la evolución geomorfológica del sistema dunar y de su uso a lo largo de las últimas décadas.Además, es importante determinar la situación actual de los elementos ecológicos, geomorfológicos y de presión humana que actúan sobre el sistema. Esto permitirá diseñar las futuras fases de actuación. El diseño se realizará en función del uso posterior que vaya
a recibir la zona restaurada.
Las técnicas utilizadas para la regeneración de sistemas dunares degradados, o para la construcción de dunas en aquellas áreas donde éstas no existían, pueden dividirse en dos grandes tipos según la magnitud de la intervención y su incidencia ambiental: técnicas de ingeniería convencional y técnicas ecológicas.

Técnicas de ingeniería convencional: Son actuaciones en las que la reconstrucción de la topografía dunar se realiza mediante el aporte de arena con maquinaria. La fuente de arena puede estar o no en el sistema dunar objeto de la actuación. Suele emplearse este tipo de técnicas cuando el objetivo de la reconstrucción dunar es la protección de algún elemento de gran valor económico, social, cultural (como por ejemplo, los yacimientos arqueológicos), e incluso natural, situados en primera línea de costa. Generalmente, son actuaciones realizadas en plazos de tiempo breves (días-semanas), limitadas en el espacio y que requieren una elevada inversión económica. El impacto ambiental es elevado en aquellas zonas que actúan como fuente de arena y en los emplazamientos de las nuevas dunas.

Técnicas ecológicas: Son actuaciones en las que, una vez eliminado o reducido a rangos compatibles el factor o factores que han conducido a la degradación dunar, se procede a la instalación de sistemas de “ayuda” que permitan su reconstrucción mediante procesos naturales. Es una acción relativamente lenta, cuyos resultados se obtienen a medio plazo. Son actuaciones muy poco costosas, en las que la inversión realizada es muy pequeña en relación con los resultados que se obtienen, que, en general, son buenos.No obstante, puesto que se trata de obras en las que es la propia naturaleza la que realiza la mayor parte del esfuerzo (el viento transporta la arena, la vegetación se establece y extiende su cobertura, etc.), los resultados no se aprecian al terminar la actuación sino al cabo de cierto tiempo, dependiendo de varios factores, entre ellos, la climatología, la dinámica sedimentaria, la efectividad de la protección, etc.

Las técnicas de restauración dunar que se abordan en este manual se refieren exclusivamente a las “técnicas ecológicas”, si bien algunas actuaciones pueden ser complementadas con técnicas de ingeniería convencional. Como ya se ha mencionado, las técnicas ecológicas, al igual que la instalación de captadores de arena para lograr una estructura topográfica adecuada y la plantación de vegetación dunar para la fijación de sus superficies, utilizan los procesos naturales para conseguir su función. En decir, el viento transporta la arena que se deposita detrás de los captadores y la vegetación se va estableciendo hasta conseguir una cobertura que permita su fijación y equilibrio. Estas dos actuaciones son los sistemas de regeneración de ecosistemas dunares más utilizados en Europa y consiguen, si previamente se logra una protección efectiva, su restauración en pocos años.

Los efectos negativos de la frecuentación humana se resuelven mediante sistemas de protección, siendo los más empleados pasarelas peatonales de acceso a las playas, cerramientos en ecosistemas dunares y eliminación del tráfico rodado sobre las dunas. La información al ciudadano cumple un importante papel en las actuaciones de protección y recuperación de espacios litorales, pues éste no suele tener conocimiento del daño que está produciendo, siendo un caso muy claro el perjuicio que produce el pisoteo sobre la duna. Por otro lado, la divulgación de las actuaciones llevadas a cabo consigue una comprensión y aceptación de los trabajos que se realizan, haciéndole al final cómplice y colaborador, lo que aumenta considerablemente el éxito de la restauración. Asimismo, las actuaciones de restauración necesitan un mínimo pero continuado mantenimiento, al menos durante los primeros años después de su realización. Esto es necesario no sólo para la reparación de las estructuras de protección, como cerramientos, pasarelas o carteles que, por causas naturales o la acción vandálica humana suelen sufrir daños. Sino también para la corrección del proceso de captación de arena y para la replantación de las zonas donde la vegetación no ha arraigado suficientemente, ya sea por la movilidad del substrato (enterramiento o erosión) ya por defectos en su establecimiento.

En los apartados siguientes se expondrán detalladamente estas técnicas para la restauración de cordones dunares costeros. Éstos consisten básicamente en la reconstrucción dunar, revegetación, sistemas de protección, sistemas de comunicación y seguimiento de las actuaciones. En el Capítulo 7, se mostrará cómo obtener las plantas necesarias para realizar dicha revegetación. Es importante recordar que todas estas actuaciones deben realizarse después de, o a la vez que se produce la eliminación total o la reducción a niveles compatibles de las causas que han conducido a la alteración del sistema dunar. Sólo así podrá garantizarse el éxito de las acciones realizadas y se evitará volver a la situación anterior de degradación de las dunas costeras.

Actuaciones que deben contemplar los proyectos de restauración de sistemas dunares costeros

1. Eliminación de las causas de alteración

2. Reconstrucción dunar

3. Revegetación

4. Sistemas de protección del sistema dunar

5. Sistemas de comunicación de actuaciones realizadas

6. Seguimiento durante las actuaciones de restauración

7. Seguimiento a medio plazo de la restauración

8. Mantenimiento durante los años posteriores

Reconstrucción morfológica de la duna costera

La reconstrucción de la duna se realiza en zonas donde el cordón dunar ha sido eliminado total o parcialmente o bien está fragmentado longitudinalmente por incisiones,muy frecuentemente ocasionadas por la circulación de personas. También se puede realizar la construcción de un cordón dunar en zonas donde antes no existían, como parte de actuaciones de regeneración de playas o como actuaciones independientes encaminadas a la protección de intereses de zonas interiores frente a la acción del mar.

Situaciones en las que se realizan actuaciones para la reconstrucción dunar

Brechas en el cordón dunar

Desaparición de tramos de cordón de dunas

Desaparición total del cordón dunar

Construcción de cordones dunares “de novo”

El caso más frecuente en nuestras costas es la restauración de cordones fragmentados por la presión ejercida por los visitantes. El efecto de las pisadas, paseos a caballo y uso de vehículos todoterreno produce una considerable alteración de la morfología dunar. En los cordones costeros, el resultado de esta presión se suele traducir en la proliferación de caminos hacia la playa que los atraviesan transversalmente y dan lugar a numerosas incisiones o brechas en el cordón.

Por estas brechas se canaliza el viento, que adquiere una mayor velocidad y potencial erosivo, y poco a poco (o en ocasiones rápidamente), va erosionando los taludes laterales de los segmentos del cordón, aumentando los canales en anchura y profundidad.Esto provoca que se pueda llegar a cortar por completo

el cordón dunar. Esta situación repetida a lo largo de un sector de costa puede dar lugar a la desaparición parcial o total del cordón dunar, viéndose reducido en numerosas ocasiones a un conjunto de montículos separados entre sí, con una topografía muy irregular y con una vegetación muy dañada. En estos casos, la restauración de la duna se inicia mediante la reconstrucción topográfica del cordón adoptando una morfología lo más parecida a la que existía primitivamente o, si no existiera previamente, lo más parecida

a la de los sistemas dunares análogos situados en los alrededores. La reconstrucción topográfica debe conseguir una morfología adecuada, lo más aerodinámica posible para evitar la formación de turbulencias. La metodología más utilizada para la reconstrucción de cordones dunares consiste en la utilización de sistemas pasivos de captación de arena. Este método sustituye la función que, de forma natural, ejerce la vegetación pionera en la formación de dunas.

En otros casos, cuando el sistema dunar se encuentra en un estado muy degradado o la topografía es muy irregular, se puede recurrir a la realización de movimientos de tierras mediante maquinaria. Este sistema se utiliza preferentemente para reconstruir cordones dunares arrasados por temporales excepcionales y,más frecuentemente, para cerrar los pasillos de deflación y brechas de los cordones dunares. En estos casos, se deberá actuar desde la zona de la playa evitando penetrar en zonas con vegetación. El proceso es sencillo, consiste en rellenar los pasillos de deflación con arena extraída de zonas cercanas de la playa, evitando dañar la vegetación y utilizando maquinaria (retroexcavadora, cinta transportadora, etc.,) hasta lograr una morfología uniforme.

Técnicas de restauración

Captadores pasivos de arena

Los sistemas pasivos de captación de arenas son estructuras que consiguen formar depósitos gracias a la intercepción de la arena que el viento transporta, al reducir su velocidad por la fricción que ejercen. Estos sistemas son utilizados para 1) ayudar a rellenar huecos o brechas en las dunas, 2) crear cordones completamente nuevos y 3) crear “cordones de sacrificio” para protección de zonas interiores de elevado valor cultural o natural para su conservación. Los captadores de arena sustituyen así la función que, de forma natural, ejerce la vegetación pionera en la construcción de cordones dunares costeros, como ya se explicó en el Capítulo 3. La ubicación de los captadores sobre el terreno depende del objetivo perseguido y de la dinámica sedimentaria natural del sistema. Por tanto, en tramos costeros con una dinámica sedimentaria estable o progradante, se sitúan sobre lo que correspondería al cordón dunar embrionario o en posición adelantada. Mientras que en tramos costeros regresivos, se sitúan detrás, donde se ubicaría el límite del sistema al cabo de los años. Los captadores de arena son empalizadas normalmente de ramas muertas de plantas (mimbre, cañas,matorrales, etc.), tablas de madera (tablestacados) u otros materiales (redes de plástico).

Los dos primeros tipos son materiales biodegradables y, en el caso de las ramas muertas, aumentan el contenido en materia orgánica del suelo para la vegetación que posteriormente se instale. Su función es reducir la velocidad del viento por fricción y con ello, disminuir la carga de arena transportada, propiciando la acumulación de arena, aumentando la altura y anchura del depósito. Estos sistemas contrarrestan la erosión eólica y aportan una mayor estabilidad al depósito arenoso. La eficiencia en la acumulación de arena y la morfología de las dunas así formadas depende de la porosidad del sistema de captación, la altura, inclinación, velocidad del viento, características de la arena, distancia entre filas de captadores, número de filas de captadores y características topográficas de la zona donde se colocan (Nordstrom, 2000). En general, los captadores porosos son más efectivos que los sólidos, ya que estos últimos producen depósitos menos estables (Ranwell y Boar, 1986).

El uso de captadores pasivos de arena está ampliamente extendido debido principalmente a su relativo bajo coste, la facilidad de construcción y su eficiencia en la formación de depósitos arenosos. Existen dos tipos de captadores, de acuerdo con su emplazamiento y los objetivos perseguidos. Por un lado, sistemas de captadores estructurales para las zonas donde no existe vegetación y el cordón dunar está prácticamente ausente, y por otro, sistemas de captadores de apoyo a las plantaciones, para las zonas donde existe algo de vegetación y el cordón dunar mantiene todavía su estructura.

- Sistemas de captadores estructurales

Líneas de captadores cuyo papel principal es la formación de un cordón dunar en zonas donde éste ha desaparecido o se quiere construir uno nuevo. Están constituidos por bandas de un número variable de filas continuas de empalizadas, clavadas verticalmente en el suelo y paralelas entre ellas. La distancia entre las filas es menor en la zona central con el objeto de conseguir mayor deposición de arena en esa zona y obtener un perfil similar al que presentan los cordones dunares en estado natural. Además, las filas deben colocarse perpendiculares a los vientos dominantes para obtener una mayor eficiencia en la captación de arena.

- Sistemas de captadores de apoyo

Los sistemas de captadores de apoyo se utilizan en zonas donde el cordón dunar no está totalmente degradado y se instalan entre la vegetación natural o entre las plantaciones. Su principal objetivo es la protección de las plantaciones frente a la erosión eólica y la deposición de arena mientras las plantas alcanzan su tamaño adulto, asumiendo posteriormente éstas la función de estabilización y fijación de las zonas de arena móvil. Este tipo de captadores se puede utilizar también en las mismas zonas donde se han instalado los captadores es el nivel de arena adquiera una elevación suficiente. Se suelen disponer en filas discontinuas al tresbolillo, es decir, cuando el vacío entre dos captadores coincide con el captador de la fila siguiente. El proceso de instalación y la disposición en el terreno es el mismo que en el caso de los captadores estructurales.

El emplazamiento del captador es determinante del perfil dunar que se pretende construir. Cuando los captadores se sitúan paralelamente al pie de la duna, se recoge directamente la arena seca que procede de la playa, aumentando el volumen de la duna embrionaria. Si los captadores se sitúan en la cresta de la duna, lo que aumenta es la altura del cordón dunar. Existen también captadores que se sitúan perpendicularmente a los paralelos a la línea de costa y que son frecuentes en algunos países de Europa. Sin embargo, éstos, al igual que los anteriores, requieren un cuidadoso emplazamiento, pues pueden provocar erosión en otras zonas.

Además, el perfil que se consigue es menos aerodinámico, originando turbulencias en el viento y consecuentemente, potenciales efectos erosivos. Con captadores flexibles, como los formados por varas de mimbre, la sedimentación tiene lugar a sotavento de las filas de captadores y en una anchura de ocho veces su altura, por lo cual, la distancia entre las filas debe ser aproximadamente de ocho metros. En el caso de las tablestacas, la sedimentación de arena ocurre tanto a barlovento como a sotavento y la acumulación es mucho más irregular que en los captadores flexibles, por lo que su funcionamiento y utilización no es similar a la de éstos.

En general, los captadores flexibles producen una acumulación más homogénea y tendida, consiguiendo una topografía mucho más aerodinámica y estable que en el caso de las tablestacas. Además, la vegetación coloniza mucho mejor las arenas estabilizadas con captadores flexibles que con tablestacas, debido a que estabilizan la superficie reduciendo la erosión por el viento.

Las tablestacas, sin embargo, son más útiles para la formación de depósitos provisionales en la playa seca y para evitar la llegada del mar en mareas vivas. Posteriormente, al retirarse, estos depósitos son transportados por el viento hacia la duna propiamente dicha.

Los captadores flexibles de mimbre son usados ampliamente en España por su relativo bajo coste, fácil adquisición y sencillo montaje. Sus efectos han sido contrastados en numerosos trabajos de restauración, en especial en las dunas de las costas cantábricas y atlánticas.Comercialmente, se encuentran desde 100 hasta 180 cm de altura. Se entierran un tercio de su longitud y la densidad más comúnmente empleada es de 3 kilogramos por metro lineal. En las costas mediterráneas, se suelen emplear captadores realizados con la plantaSpartina (borró), armada y tejida con cañas. Este material es fácilmente recolectable en zonas húmedas y se construyen de forma artesanal en segmentos de 1 a 2 m de longitud. Su altura es inferior a 60 cm y se entierran unos 20 cm. Su eficacia ha sido ampliamente reconocida en ambientes de escaso transporte de arena por el viento. Cuando los captadores de arena pierden su función al ser sepultados por éstas, es el momento de colocar encima del depósito otra línea de captadores si se desea seguir aumentando el tamaño de la duna o bien proceder a su estabilización mediante la plantación de la vegetación dunar.

Revegetación

Una vez estabilizado el cordón dunar, se procede a su fijación mediante plantaciones de especies dunares que, en estado natural, son las responsables de la formación y mantenimiento de las dunas. Esta actuación tiene por objeto devolver al sistema la cubierta vegetal que, por diversos motivos, ha desaparecido en ciertas zonas. Esta pérdida de cobertura vegetal en el cordón dunar es una de las causas de su desestabilización y de las movilizaciones de grandes volúmenes de arena hacia el interior.

La colonización natural del cordón dunar reconstruido artificialmente es un proceso lento. Si bien la duna costera es un sistema abierto y es continua la llegada de propágulos de tramos dunares cercanos, las dunas restauradas se erosionan antes de que la vegetación se instale y ejerza la función de estabilización. Por lo tanto, la revegetación debe realizarse de forma artificial plantando especies dunares.

Elección de las especies

Los cordones dunares costeros poseen una biodiversidad relativamente baja. García Mora (2000) registró en un muestreo de 55 parcelas de 250 m2 realizado en 300 km de la costa delGolfo de Cádiz un total de 55 especies vasculares pertenecientes a 49 géneros y 22 familias. Siendo la riqueza específica muy heterogénea, entre 3 y 25 especies por parcela. Si bien el objetivo de la restauración ecológica es el de devolver a un ecosistema degradado los elementos necesarios para conseguir un equilibrio dinámico similar al natural, no es viable económica ni técnicamente plantear un proyecto de restauración de la cobertura vegetal contemplando la reintroducción de todas las especies que, en teoría, podrían componer el sistema. Por ello, es preciso seleccionar un número limitado de especies a introducir.Aunque todas ejercen su función dentro de este teórico equilibrio dinámico, existen especies clave que ejercen un papel fundamental sobre la dinámica eólica de un cordón dunar mientras que para otras, este papel constructor es mucho menor.

En las dunas costeras activas, las especies de plantas que tienen una función más relevante son aquellas que consiguen una acumulación y estabilización apropiada de los depósitos de arena y que conforman y m de equilibrio dinámico. En las costas europeas y, en concreto, en las de la Península Ibérica, aparecen dos especies especialmente interesantes, la grama marina (Elymus farctus) y el barrón (Ammophila arenaria), también llamadas “estructurales” (García Mora, 2000) o constructoras de dunas (Ranwell y Boar, 1986). La primera se desarrolla especialmente en las dunas embrionarias y la segunda, sobre el primer cordón dunar.Ambas especies son gramíneas perennes, con un sistema radicular muy desarrollado, adaptadas a las condiciones ambientales del litoral, capaces de dispersarse a través del viento y del agua de mar y resistentes al enterramiento en la arena.

Estas especies son las más utilizadas en las operaciones de revegetación de los cordones dunares y las que más se cultivan para este uso.Ambas especies, no obstante, sólo pueden ser plantadas en las zonas donde existe un aporte regular de arena, necesario para su establecimiento y desarrollo (Van der Putten y Peters, 1995). En concreto, el barrón no prospera bien en zonas donde el aporte de arena es menor de 30 cm/año.

El barrón es la especie más utilizada en las regiones templadas para la estabilización de la arena (Hobbs et al., 1983; var der Laan et al., 1997). Su plantación se lleva a cabo en algunos países europeos, como Dinamarca, desde la Edad Media.Otras especies también utilizadas fuera de nuestro país son Ammocalamagrostis baltica (un híbrido entre Ammophila arenaria yCalamagrostis epigejos) en Holanda,Alemania y Escandinavia (Nordstrom y Arens, 1998). En las áreas templadas atlánticas de Norte América, se utiliza Ammophila breviligulata Uniola paniculata (Knutson, 1978; Nordstrom y Arens, 1998). En Australia es también frecuente el uso de otra planta de la misma familia, Spinifex longifolius, para estabilizar depósitos arenosos costeros.

Debido a que el sistema dunar activo es un sistema abierto y que la mayoría del resto de las especies (constituyen alrededor de un 5% de la cobertura (García Mora, 2000) tienen mecanismos de dispersión adaptados a estos sistemas, se puede prescindir de utilizarlas en la plantación, ya que llegarán por sus propios medios. No obstante, si técnica y económicamente es posible, es aconsejable aumentar la biodiversidad del sistema con otras especies. Actualmente, se suelen utilizar como complemento en las restauraciones de las costas españolas especies como Eryngium maritimum, Helichrysum stoechas, Pancratium maritimum, Otanthus maritimus Euphorbia paralias, principalmente. En dunas mediterráneas y del Golfo de Cádiz, también se ha ensayado con éxito con Cakile maritima, Calystegia soldanella, Crucianella maritima, Lotus creticus, Malcolmia littorea, Medicago marina, etc.

Una vez realizada la función estabilizadora de estas especies estructurales, antienen las características geomorfológicas del sistema en una situación en un breve intervalo de tiempo se produce la colonización de otras especies dunares (van der Laan et al., 1997).

Sin embargo, el aumento de la diversidad de especies mediante la revegetación no se debe hacer sin un estudio previo de las características de la vegetación del entorno, ya que no todos los sistemas dunares, ni siquiera todos los tramos de un mismo sistema dunar, son igualmente ricos en especies. Además, diferencias en la disponibilidad sedimentaria y en la estabilidad del substrato imponen diferencias en la distribución de las diferentes especies (García Mora et al., 1999). Para realizar las plantaciones de Ammophila arenaria, tradicionalmente se han utilizado plantas obtenidas del medio natural, y también se ha probado la siembra directa de las semillas en el campo (van der Putten, 1990; van der Putten y Kloosterman, 1991), si bien se requiere cierta estabilidad del substrato arenoso y con fragmentos de rizomas (van der Putten, 1990). No obstante, no todos estos métodos tienen la misma efectividad, pues la siembra es poco viable en la práctica, debido a que la mayor parte de las plántulas mueren antes de llegar a adultas por la sequedad, el enterramiento o la erosión por el viento.

El método de entresaca y trasplante no es conveniente en áreas mediterráneas, ya que la densidad de plantas es comparativamente baja (80% de cobertura de Ammophila arenaria en Centroeuropa frente a una media de 40-50% en el Golfo de Cádiz), y por tanto, exige grandes extensiones de zonas dunares para

la extracción de plantas sin causar excesivos daños.Por otro lado, la producción de plantas dunares en vivero a partir de semillas es mayor y más rentable. Una vez obtenidas las plantas en vivero, normalmente de 1 a 2 años de edad, se plantan manualmente, excavando un hoyo de unos 25 cm de profundidad, donde se aloja la planta, procediendo posteriormente a taparla. La planta deberá quedar enterrada unos 10 cm con respecto a su nivel original en el lugar de procedencia. Una de las condiciones indispensables para el uso de plantas procedentes de vivero es que las semillas utilizadas para la revegetación de una zona deban proceder de la misma área geográfica, para así evitar una homogeneización genética de la especie.

6.3.2 Diseño de la plantación

Las especies dunares se distribuyen en franjas paralelas a la costa constituyendo formaciones vegetales propias. Como ya se ha explicado en anteriores capítulos, se clasifican en dunas primarias, secundarias, terciarias, dunas activas, inactivas, fijas, etc. En el diseño de la plantación habrá que tener en cuenta la distribución natural de estas especies. Las plantas deben plantarse en zonas donde existe aporte de arena por el viento o por lo menos suficiente transporte, aunque el aporte no sea perceptible. El substrato debe ser siempre arena eólica limpia, sin materiales finos ni materia orgánica. Además, la observación de cómo se distribuyen las especies en las zonas cercanas suele ser un elemento importante para determinar el emplazamiento exacto de la vegetación. Respecto al patrón espacial de plantación, en el centro y norte de Europa ha sido habitual la plantación regular muy densa, ya que el objetivo principal normalmente ha sido la fijación de las dunas para impedir su avance hacia el interior o la estabilización de cordones que eviten el avance del mar. Por otro lado, en estas zonas el clima es mucho más húmedo lo que permite una

mayor densidad de plantas.

Se debe evitar un patrón regular de plantación y se debe adecuar la densidad de ésta a las características climáticas de cada región costera. La densidad se debe establecer a partir de un estudio de la densidad de plantas en tramos naturales conservados, Así, en el norte de España, la densidad natural se halla alrededor del 75% y en el Golfo de Cádiz se sitúa alrededor del 45%.

Eliminación de la vegetación invasora

La eliminación de la vegetación invasora es un aspecto fundamental en la restauración de los ecosistemas dunares costeros. Su erradicación ha de ser completa, ya que si se dejan restos de vegetación o semillas, al cabo de poco tiempo, volverán a expandirse sobre el sistema dunar, haciendo inútiles los esfuerzos de eliminación realizados. Las campañas de eliminación deben ser prolongadas en el tiempo siendo aconsejable que, después de la primera eliminación, se realicen nuevas campañas anuales o bianuales durante al menos cinco años, para garantizar la desaparición total de las plantas y semillas. La eliminación de la vegetación invasora puede llevarse a cabo mediante métodos físicos, como el arranque directo o mediante la aplicación de herbicidas. El primer método sólo es conveniente en el caso de superficies colonizadas lo suficientemente pequeñas como para asegurar la eliminación de la totalidad de la planta. La aplicación de herbicidas se considera lo más adecuado para los sistemas dunares, siempre que se apliquen correctamente. Exigen menor coste y son más eficaces puesto que se translocan a la totalidad de la planta evitando rebrotes. Además, la eliminación física frecuentemente aumenta los procesos erosivos en la duna. Los herbicidas más utilizados para la eliminación de especies invasoras son los que tienen como sustancia activa el “Glifosato”, ya que además de su gran eficacia dentro de los herbicidas no hormonales, son los que presentan menor toxicidad tanto para el hombre como para la fauna terrestre y acuática y no son corrosivos ni inflamables.

Para lograr su máxima efectividad, la aplicación debe realizarse cuando la planta comienza su actividad en primavera (desde mediados de febrero hasta mediados de mayo en las costas andaluzas y desde marzo a junio en las costas cantábricas). La aplicación se realiza por microaspersión, procurando mojar toda la planta y evitando la vegetación autóctona. La dosis recomenda es de 160 ml de sustancia activa en una superficie de unos 100 m2. En cualquier caso, para reducir los riesgos de las plantas invasoras es imprescindible evitar la plantación de especies no autóctonas de un sistema dunar concreto.

Sistemas de protección

Una de las causas más importantes de la degradación y desaparición de la cubierta vegetal es el pisoteo de los usuarios de la playa sobre la vegetación. La afluencia masiva, especialmente durante los meses de verano a las costas, origina la pérdida de la vegetación, sobre todo en las zonas próximas a los aparcamientos, chiringuitos, etc. Para lograr una restauración exitosa es indispensable eliminar la afluencia de público al área donde se realiza la actuación. Para ello, es necesario realizar una serie de obras para proteger el cordón dunar, dentro de las que se incluyen cerramientos, adecuación de accesos, construcción de pasarelas y carteles informativos.

6.5.1 Cerramientos

Para proteger las zonas plantadas y las zonas que, aunque no hayan sido objeto de plantación, necesitan limitar la afluencia de visitantes, se considera necesaria la instalación de un cerramiento. Existen muchos tipos de cerramiento para proteger los cordones dunares en función de la presión de visitantes que soporta y de la estética que se pretenda conseguir, pero los más efectivos son los que evitan el paso de al menos el 90% de los usuarios que entraban antes de cerrar el paso.

Los tipos de cerramientos más comúnmente empleados se detallan a continuación:

Cerramiento de madera y malla metálica

Cerramiento de madera o madera plástica

Cerramiento de madera y cuerda

En zonas de mucho uso, para evitar conflictos con los intereses de los bañistas, es aconsejable evitar el cierre de áreas demasiado extensas dejando pasillos. El área a proteger es un elemento clave para conseguir una protección efectiva del sistema dunar en su conjunto. Dado que la formación de las dunas tiene lugar desde el lado del mar hacia el interior, es en esta franja más próxima al mar donde la protección debe ser más efectiva. En éste área debería incluirse, siempre que sea posible, además de la zona activa (dunas primarias y secundarias), la zona de la playa seca donde se desarrolla un tipo de vegetación más adaptada a las condiciones impuestas por su cercanía al mar.

Un problema frecuente en los cerramientos y en especial, en los que se realizan en las zonas más móviles (por cercanía al mar o por la inestabilidad del substrato con respecto al viento), es su enterramiento o su descalce. Es muy importante tener en cuenta este problema en los planes de mantenimiento de las áreas dunares restauradas pues, en caso contrario, dejarían de ser eficaces, por el enterramiento del cerramiento en zonas de mucho aporte, o por la caída de tramos en zonas de erosión.

Con respecto al equilibrio sedimentario que presente el sistema, la distancia entre el cerramiento y el cordón dunar es también variable. En zonas de acreción, y en previsión de un avance de la duna hacia el mar, esta distancia debe ser mayor.Mientras que si se trata de zonas erosivas, la distancia puede ser menor y más condicionada, por los problemas que pudiera causar el oleaje. Muy frecuentemente, los cordones dunares, aunque no presenten un balance sedimentario negativo, están sujetos a cambios a pequeña escala causados por la acción del oleaje por lo que se observan tendencias erosivas y progradantes alternas durante periodos de pocos años. En zonas que han sufrido erosión basal del cordón recientemente por efecto del oleaje, es conveniente prever la readaptación del perfil dunar alejándose de la base de la duna, aunque el riesgo de deterioro por el oleaje directo sea mayor.