Las Loxosceles no son raras en las cuevas y minas, principalmente en las más cálidas y secas, lo que no hace extraño el hecho de toparnos con ellas en una incursión subterránea, sobretodo en los primeros tramos.
Recientemente se acaba de publicar un trabajo sobre las peculiares arañas violín de Canarias en el que, contrariamente a lo que se creía, están representadas por siete especies endémicas. Antes de dicha publicación se creía que la única araña violín (género Loxosceles) de Canarias era la cosmoplita Loxosceles rufescens, que está asociada principalmente a ambientes urbanitas. Sin embargo, a excepción de La Palma, todas las islas tienen representantes endémicos de este género, destacando Tenerife y Gran Canaria con 3 y 2 especies, respectivamente. La divergencia y separación de las dos especies de Gran Canaria parece estar en relación con el ciclo volcánico Roque Nublo. El origen del género en Canarias parece asignarse a Loxosceles norteafricanas afines a la especie L. rufescens y, según las técnicas de datación molecular, parece que las primeras oleadas pudieron llegar hace 11,3-8,4 millones de años.
La picadura accidental de Loxosceles puede generar problemas médicos. Sin embargo, a excepción de la recién introducida L. rufescens, el resto de especies canarias llevan ya mucho tiempo habitando entre nosotros sin que parezcan haber producido problemas sanitarios o epidemiológicos. La descripción de las nuevas especies y el análisis de las diferencias biológicas y ecológicas con L. rufescens abre una nueva e interesante vía de investigación.
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