El descubrimiento de los grabados rupestres en Fuerteventura se remonta a finales del siglo XIX, cuando se produjeron los primeros hallazgos, que sólo se conocen a partir de la documentación recogida por Sabin Berthelot en su obra Antiquités canariennes (1879). Sin embargo, no fue hasta 1977 cuando comenzó el estudio sistemático de las manifestaciones rupestres, a raíz del hallazgo del yacimiento más importante de la isla: la Montaña de Tindaya.
El enclave de Montaña Blanca, integrado por veinticinco paneles, cuenta en su haber con algunos de los motivos más frecuentes del mundo rupestre de la isla: escritura latino canaria, líbico-bereber, barquiformes y motivos geométricos rectilíneos y rectangulares. En la imagen vertical se muestra un motivo espigiforme. Todos los grabados han sido ejecutados mediante la técnica incisa y en algunos casos también se documenta el rayado.
En uno de los sectores del yacimiento se siguieron ejecutando grabados hasta época reciente, tal y como se desprende de las características y técnicas de los motivos.
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